martes, agosto 29, 2006

Marco y la Luna

Cuando Marco abrió los ojos por primera vez, vio un objeto redondo y brillante en el cielo. Él nació en un lugar muy alejado de la ciudad, donde no existían los autos, ni los televisores, ni los colegios, ni los juegos de video, solo existían las montañas, el cielo, los animales silvestres, donde solo existía esa gran pantalla celeste cuando era de día y cambiaba de color cuando la hora avanzaba. Ese objeto mágico y misterioso aparecía ahí.
Al poder hablar Marco le preguntó a su madre como se llamaba lo que estaba señalando. Ella le dijo que eso se llamaba Luna y que era un objeto muy grande que giraba alrededor de la tierra. Era un sitio al que pocos hombres habían llegado.
Desde ese día en que su madre se la presento. Aquél niño buscó un lugar en las noches para estar a solas con ella, era un lugar alejado de su casa donde había una gran piedra, muy dura por cierto, pero eso no le importaba a Marco, que cuando se sentaba solo levantaba su mirada y pensaba.
Pensaba en como ella había llegado ahí, trataba de imaginar por qué era más grande que sus pequeñas compañeras que estaban a su alrededor, pensaba por qué su forma iba cambiando al pasar de los días para luego desaparecer por un periodo corto de tiempo para luego volver.

Marco amaba a la Luna tanto como a su familia. En el día cuando ayudaba a su padre a hacer las labores agrícolas que habían sido enseñadas generación tras generación en su familia, la cual les permitía tener alimento solo para poder subsistir. Él pensaba en ella, lo que le trajo problemas muchas veces con su estricto padre que lo reprendía fuertemente por no concentrarse en el trabajo. Pero nada podía quitarle de la mente aquella hermosa imagen, nada se podía interponer entre él y la Luna.
Los años transcurrieron y aquel pequeño niño se había convertido en todo un hombre. Cierto día su padre le pidió que lo acompañara al pueblo para intercambiar algunos productos que les proveía su fértil terreno por otros de los que ellos carecían. Caminando por ahí pasaron por una pequeña tienda y algo llamó la atención del soñador joven. Había un televisor prendido, que estaba emitiendo unas imágenes algo familiares para él. Un enorme aparato ascendía por los cielos con dirección a la Luna. Marco no lo podía creer. Las personas podían viajar a la Luna, ¡ el hombre era capaz de hacerlo!, pensó emocionado y en aquel momento trazó su destino, el llegaría ahí cueste lo que cueste.

La madre de Marco le repetía constantemente de que ellos vivían ahí tranquilamente y que en la gran ciudad todo era distinto, la maldad, la envidia y la codicia reinaban ahí. Sin dinero y sin ningún tipo de instrucción sería casi imposible sobrevivir ahí.
Como todo joven testarudo, Marco metió en una bolsa sus únicas cuatro prendas de vestir y enrumbó al este por consejo de su padre, que le había proporcionado unos cuantos billetes para que aborde el vehículo que lo llevaría directo a la gran bestia de concreto.
Y así fue, aquel muchacho inocente se encontraba solo ahí. Cuando el bus paró, la luz del día le permitió ver todo. Ante sus ojos estaba aquel panorama surrealista, un panorama nunca antes visto por él. Grandes edificios, modernos automóviles, gente por todos lados, basura y humo que era despedido por los buses. Todo eso era de otro mundo para él, hasta la propia contaminación lo había fascinado. Al caminar por las calles veía gente nunca antes vista, negros, chinos, cholos, rojos, rubios. Después de tanto andar Marco llegó a un pequeño puesto de comida, muy concurrido por cierto, era algo así como una pequeña carretilla con asientos y muchas ollas que contenían algunos manjares nunca probados por las personas de las montañas. Al preguntar el precio de cada plato el vendedor le indicó que solo le costaría dos monedas. Era algo accesible para él que disponía de unas cincuenta monedas aproximadamente.

- “Tu no eres de acá chico” preguntó el vendedor mientras servía el plato de comida.
- “ No señor, yo vengo de las montañas” dijo Marco mientras aspiraba ese exquisito aroma
- “ ¿Y por qué has venido? “
- “ Quiero ir a la Luna señor ” dijo Marco señalando al cielo

El vendedor lanzó una gran carcajada y se dispuso a romper el sueño de aquel muchacho.

- “ Mira chico, para llegar a la Luna primero tienes que vivir en otro país que no sea este, este es un país subdesarrollado, aquí nadie se preocupa por llegar a la Luna, tenemos otro tipo de preocupaciones, como que vas a comer al otro día por ejemplo. ¿A ver dime como es que pensabas ir a la Luna?”
- “ No lo se señor, solo pensé que desde la ciudad partían esas naves”
- “Tonterías chico, ya te lo dije, en este lugar no existen las naves. ¿Ya sabes en donde vas a quedarte mientras vivas en la ciudad? ¿qué vas a comer luego que se te acabe el poco dinero que llevas?”
- “ No lo se señor...”
- “ Bueno muchacho, te propongo una cosa, que te parece si yo te doy un lugar en donde dormir , comida y veinte monedas si trabajas para mí en este puesto. Así no te morirás de hambre y no sentirás frío durmiendo en la calle”

La oferta no le pareció mala a Marco, que inmediatamente acepto.

Los meses pasaron y el muchacho empezó a aprender el negocio y a ver como era la vida en la ciudad. Él no la pasaba mal, porque todas las noches la veía a ella, siempre hermosa y brillante.
Marco sin saberlo era muy hábil con las ventas y con los números. El vendedor se había dado cuenta de eso y lo había nombrado el encargado del cobro de los platos. Nunca se equivocaba al calcular el monto que le correspondía pagar a los clientes por el consumo .
Los clientes casi siempre eran los mismos que desfilaban diariamente por ahí. A la gente le gustaba el sitio limpio y la comida era digerible, a comparación de otros puestos de la competencia.
Una de esas personas era un señor de raza negra, muy alto y con un gran apetito. Pero él era muy callado, solo se limitaba a comer y a pagar, sin decir ni una palabra.
Pero un día sucedió algo. El hombre por equivocación le pagó a Marco con una moneda de más.
El muchacho hizo un calculo mental y le dijo que había una equivocación, devolviéndole así el excedente. El moreno señor por primera vez mostró una amplia sonrisa y le dijo.

- “ Gracias muchacho, se ve que aún no estas contaminado por esta inmunda ciudad. Mañana vendré como siempre...”

Al otro día el hombre llegó a la misma hora y se sentó a comer. Pero algo había cambiado. Saludo al chico y se dispuso a conversar.

- “ ¿ Por qué estas acá?” dijo el hombre negro
- “ Vine acá para ir a la Luna “
- “ Así como tu, cuando era joven soñaba con ir al África en busca de mis raíces, pero lamentablemente por la falta de dinero no pude hacerlo “
- “ Pero señor, si usted desea algo intensamente no interesa el dinero”
- “ Tal vez tengas razón chico, pero en este mundo con dinero puedes hacer prácticamente lo que quieras”
- “ ¿Entonces con dinero podría lograr llegar a la Luna? “
- “ Con mucho dinero, con mucho”

Esa pequeña plática cambió el pensamiento de Marco, que pensaba llegar a la Luna simplemente con sus buenos deseos. El mundo se mueve solo con dinero, pensó.
El chico trabajó fuertemente y sin gastar un solo centavo que le pagaba su patrón. Todo era ahorrado en una caja de zapatos, todo lo que había logrado juntar durante un año estaba ahí.
No era mucho, pero seguramente tendría más que cualquier persona que vivía simplemente del status, de la moda, de los vicios. Al menos el tenía algo.

Los clientes eran pocos, pero fieles. Lo que si estaba por doquier era la competencia, habían carretillas por cualquier lado donde se pudiera ver. Claro que los vendedores antiguos no le permitían a cualquiera iniciar su pequeño negocio ambulante ahí. Durante el año que Marco había permanecido ahí solo le permitieron llevar una nueva carretilla a Rubén, un pequeño hombre proveniente de la selva, que preparaba su comida en base a plátano, algo poco común entre los demás vendedores . Cuando llegó se notaba que su carretilla estaba recién comprada, eso llamó la atención de Marco, que inmediatamente se acercó a hacerle una pregunta.

- “ Disculpe Señor, me llamo Marco, ¿le puedo hacer una pregunta?”
- “ Hola, yo me llamo Rubén, pregunta lo que quieras chico”
- “ ¿Cual es el precio de esa carretilla?”
- “ No está a la venta muchacho, pero en la tienda donde me la compré me costó doscientas monedas, pero también he tenido que invertir otras cien monedas en los implementos de cocina”
- “ ¿Invertir?”
- “ Sí, invertir es cuando agarras cierta cantidad de dinero para comprar algo que te va a ayudar a generar más monedas de lo que te costó. Por ejemplo si un panadero compra un horno que cuesta cien monedas y con la venta de pan en un año, ese simple horno le hace recuperar el dinero de su costo y a la vez le hace ganar quinientas monedas más.”
- “ ¿Y que pasa si compro algo que en vez de generar me haga perder? “
- “ Entonces habrás hecho una mala inversión, pero de los errores se aprende muchacho”


Al oscurecer la idea de invertir estaba dando vueltas en la cabeza de Marco, que trató de pedir ayuda a la Luna, él nunca la había molestado, pero si quería cumplir su gran sueño tendría que tener un buen consejo de alguien sabio.
Marco se dirigió a un pequeño parque y se tiro sobre el césped, miró fijamente a la Luna por varios minutos, hasta que la intensa luz que reflejaba obligó a cerrar los ojos. Una voz de mujer y muy delicada le empezó a hablar.

- “ Escúchame con atención Marco, será la primera y única vez que me escucharas en tu mente. Solo usando tu inteligencia llegaras a mi. Ya sabes la manera “

Tal vez Marco soñó con esas palabras. Ellas le dijeron algo muy real. Tenía que esforzarse mentalmente más que físicamente.
Su primer paso sería comprar su propia carretilla y empezar su pequeño negocio lejos de tanta competencia, la ubicación era importante, la gran competencia le dejaría muy pocas ganancias. El servicio también sería un punto esencial en el éxito para generar dinero. Buena comida, rapidez y limpieza serían sus fortalezas.
Así empezó su gran reto. Ahora era independiente y ganaba más dinero de lo que gastaba, al final del año compró dos carritos más y contrató también a un par de personas con bajo sueldo para que atiendan en esas carretillas. Al otro año las tres carretillas que tenía le generaron seis más. Al siguiente año esas seis generaron doce carretillas. Luego las dieciocho se transformaron en treinta y seis. En cuatro años Marco tenía una pequeña fortuna.
Cierto día cuando Marco humildemente estaba atendiendo en uno de sus pequeños negocios pasó su antiguo patrón. La gente se había corrido la voz del tremendo éxito de ese joven que había llegado de las montañas para ir a la luna y se había transformado en un gran empresario. El negocio de las carretillas ambulantes estaba en su auge. La demanda era mucha. Guiado por la ambición este señor venía a ver por qué había sido su gran éxito.

- “ ¡Hola Marco! Se ve que has progresado mucho desde la ultima vez que nos vimos...”
- “ Sí patrón y siempre le voy a estar agradecido por su apoyo. Por ese motivo le propongo algo”
- “ ¿Tu me vas a proponer algo? “
- “ Como usted ve este negocio es cien por ciento rentable. No hay riesgo de perdida. Todas mis carretillas están valorizadas en veinte mil monedas, pero por ser usted se lo podría dejar en quince mil “
- “ Es una buena oferta Marco, pero no tengo tal cantidad de dinero...”
- “ Tal vez con un préstamo podría adquirir todo esto, total simplemente es una inversión, en un año recuperará todo...”

La venta de las carretillas ambulantes se realizó satisfactoriamente. Marco sabía que el negocio de las carretillas iba viento en popa, así que con ese dinero se dedicó a producirlas.
Dos años las produjo. En dos años había vendido unas tres mil carretillas, toda la ciudad estaba inundada de ellas. El negocio se estaba saturando, ahora habían más carretillas que clientes. El único beneficiado había sido Marco y si seguía los consejos de la Luna no pararía hasta cumplir su objetivo.
Luego de traspasar el negoció de producción de carretillas a un precio inmejorable. El negocio de restaurantes sería su próximo paso.
Así como empezó multiplicando progresivamente sus carretillas ambulantes, también hizo lo mismo con los locales de venta de comida. Luego entro al negocio de los hoteles, minería, construcción, casinos. A los treinta años casi toda la ciudad le pertenecía. En unos años más casi todo el país era suyo. Luego sería accionista de muchas empresas del primer mundo.
Lamentablemente ese gran sueño había trastocado su cerebro. Se había convertido en un ricachón ermitaño que se dedicaba a mirar la Luna toda la noche, en solo pensar estar junto a ella.
Como dicen que el dinero lo puede comprar todo, Marco se la ingenió para sobornar a un grupo de científicos que trabajaban en una conocida institución de una súper potencia para así poder adquirir los planos y los secretos para construir una imponente nave espacial que lo llevaría a conocer la Luna.

Así empezó la construcción de su gran nave, el lugar escogido eran las montañas, en un sitio muy cercano a donde él se había criado. Desde ahí partiría directo al espacio.
Por ordenes de él al momento de salir, todo sería destruido, nadie más podría seguirlo. Solo era su sueño. Marco había sido carcomido por ese deseo egoísta de llegar ahí. Nadie más estaría junto a ella. Solo Marco y la Luna.

Al elevarse más y más, la impaciencia de Marco se acrecentaba, había vuelto a ser un niño. Ese niño que se sentaba en esa enorme roca a contemplar a su hermosa compañera, ese pequeño que había convertido a ese pequeño satélite en su fiel compañera, esa compañera que había impedido que Marco se desarrollara como una persona normal, para él nunca existieron las mujeres, los amigos ó los hijos.

Cuando Marco estuvo ahí parado un raro sentimiento se apoderó de él, la magia había desaparecido, ese gran sueño ya no era eso. La soledad lo había vuelto a la realidad. Así tuviera todo el dinero del mundo ahí no era nada, estaba parado en una enorme roca. Nada lo haría regresar a su punto de partida, ahora era un ser despreciable . Ya estaba condenado desde su primer día de vida. Ahora solo quedaba una cosa por hacer. Marco saltó al vacío y quedó atrapado en la orbita de la Luna, por toda la eternidad.

6 Comments:

Blogger Dragón del 96 said...

Asu, si que escribes...

Me gustó el tema de la obsesión mezclado con enseñanza tipo Coellho, solo que sin final feliz.

Bueno verte (leerte) de vuelta.

Slaudos.

2:19 p. m.  
Blogger Ursula said...

Exacto, la obsesión desenfrenada que hasta mueres por ella. Lindo cuento.
Saludos

10:13 a. m.  
Blogger elogio_del_horizonte said...

Hacia tiempo que no pasaba por aqui y bufffff, menudo escrito , yo creo que ando obsesionada con algo o con alguien.
un beso

5:28 p. m.  
Blogger novivo said...

Hola amigos, no se si les ha pasado que desean algo con toda su alma y cuando lo obtienen se aburren de ella al poco tiempo. Es como el niño cuando quiere un juguete y cuando se lo compran al poco tiempo ni lo mira.

¡saludos a todos!

11:52 a. m.  
Blogger Carlos Olle said...

muy bacan, voy a leer los Negocios Universitarios y te comento
Carlos

3:25 p. m.  
Blogger Marcela Mendoza R. said...

buena historia!

(los sueños, sueños son)

5:43 p. m.  

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