martes, mayo 09, 2006

La rutina

Levantarse antes de que el sol asome, no era problema para Arturo, que a sus cincuenta años de edad y con treintidos años laborando, parecía como si cada día fuera el primero. Por cuestiones de la vida no había podido formar una familia, motivo por el cual vivía solo en un cómodo departamento alquilado, ubicado en una zona residencial de la capital. Luego de levantarse, tomar una despertadora ducha e ingerir los primeros alimentos del jornal – un café y un par de tostadas, acompañados de un cigarrillo- Arturo salía puntualmente a su segundo hogar, su trabajo.
En camino y manejando su auto Toyota Corolla del año – que aún lo seguía pagando- fácilmente se fumaba un par de tabacos más, que ese era el hábito que había sido transmitido de generación en generación en su familia.

Al llegar al banco, que era su centro de labores -ese sitio que le había dado muchas oportunidades en la vida, pero que hace unos cuantos años lo había convertido en un autómata total- y ser saludado por su secretaria, se dirigía directamente a su oficina, un espacio privado muy acogedor, decorado con un par de cuadros originales, un escritorio hecho con una madera muy fina, también tenía la suerte de tener una confortable silla giratoria, que le permitía tomar una exquisita siesta luego del almuerzo. Para realizar mejor su trabajo – tenía un cargo en la gerencia- le habían proporcionado una computadora de ultima generación. Era una persona afortunada.

Luego de salir del trabajo y con diez puchos apagados en el cenicero de su oficina – era uno de los pocos privilegiados que podía fumar en el recinto bancario- se dirigía a su departamento para ver un poco de televisión y descansar. Así era la vida de Arturo todos los días de la semana.
En sus días libres se daba tiempo para salir con los amigos y con alguna que otra eventual conquista – que simplemente quedaba en una nocturna aventura- , esos días eran los de mayor desembolso, que su buen sueldo y su gran cantidad de tarjetas de crédito le permitían. Pero el había hecho un mal calculo, ya no era un joven de veinticinco años, en que podía andar por la vida sin pensar en el futuro, por que el tiempo era cruel y también lo podían ser sus empleadores.

Para su mala suerte, una noticia cambiaría su rutina permanentemente, la administración del banco había cambiado. Con un puesto de suma confianza, su despido solo era cuestión de tiempo. Para su tranquilidad, con tantos años laborando, le correspondía una fuerte indemnización, que le ayudaría a mantener el status social del que gozaba.
Pero la nueva administración tenia en mente otra cosa. A los cuantos días le fueron otorgadas cuatro semanas de vacaciones. Obviamente se iban a encargar de hacerle una exhaustiva auditoria para poder comprobar algún desfalco al banco y si no encontraban ninguna prueba, ellos se la sembrarían.

De vuelta de sus angustiantes vacaciones, Arturo era prácticamente un desconocido, ya nadie lo saludaba, solo escuchaba cuchicheos, solo miradas acusadoras, segundos más tarde sería guiado por miembros de seguridad al despacho del gerente general para que personalmente le diera la noticia, sería despedido, sin ningún beneficio. Pruebas y más pruebas que dejaron mudo a Arturo, no podía comprobar nada. El gerente le ofreció solo una salida, que se retirara del banco sin decir una sola palabra y le perdonarían una denuncia penal por robo. El mundo en que había vivido por años se derrumbaba sin previo aviso.

El pago del departamento, su automóvil, cinco tarjetas de crédito, lo ahorcaron instantáneamente. Simplemente perdió todo lo material por la crueldad humana, por esa envidia y maldad que reina en el sistema. Ese era el precio que debía pagar por no prever el futuro.
Su departamento lo perdería en un mes más. Con el poco dinero que le quedaba pudo alimentar su vicio, se encerraría hasta el final de los días, no volvería a ver la luz del día, solo cuatro paredes, comenzando así su rutina final.

7 Comments:

Blogger Rolando Escaró said...

triste final, o es acaso el inicio?

3:06 p. m.  
Blogger novivo said...

Su final terrenal, sí.

4:26 p. m.  
Blogger Ursula said...

Heavy, pero cierto, uno a veces cree tenerlo todo pero un evento imprevisto te puede cambiar la vida, perdiendo todo lo que habias ganado con esfuerzo...
Saludos Novivo, y gracias por la visita...

8:07 a. m.  
Blogger Dragón del 96 said...

Mnn... seguro no era Ignacio del post anterior? Te diría que la historia me parece jalada de los pelos si no conociera casos así.

Te leo.

10:36 p. m.  
Blogger novivo said...

Casos así existen mi estimado dragón


saludos

9:11 a. m.  
Blogger Laura Martillo said...

Hola, primera vez que paso por aqui...no se ni como llegué , lo que si reconozco es que me encanta tu estilo de narrar historias. Leer historias cortas es mi hábito favorito y contigo tengo para rato.

Bueno un saludo.

11:38 a. m.  
Blogger El Navegante said...

Ekl no prever el futuro,ya no es obra sólo del destino, yoa también pensaba lo mismo, y no tuve esa visión.
Pude salir de las cuatro paredes, por suerte, pero no puedo pasar ninguna factura a nadie, por que no sabía que era yo el dueño de mis desitno.
Esta realidad , no le resta méritos a tu narrativa, me gustó muchom, lso detalles, la ssuitlezas,y la denuncia contr auin sistema omplacable, por lo que veo imperante en todo el mundo.
BIENVENIDO A BORDO, Y UCHAS GRACIAS PRO TU VISIATA NOVIVO.
Un fuerte abrazo.

4:56 p. m.  

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