lunes, abril 24, 2006

María

Ella era María, una mujer de condición humilde, una madre y esposa ejemplar, parece que fue criada a la antigua, por que a su esposo e hijos nuca les faltó esa atención afectiva y hogareña, sabía cual era su función en el hogar , las cuales cumplía a la perfección. Su esposo no era un hombre con las cualidades propias del marido perfecto, pero ella lo amaba, a tal punto de hacer lo que el le pidiera, ella cumplía sus deseos con gusto. Algo similar sucedía con sus hijos, desde muy pequeños ella siempre trató de darles lo mejor.

La vida de María no era mala, como en todas las familias siempre surgían problemas, pero nada que con un poco de paciencia y amor no se pudiera solucionar. Hasta que un día todo cambió, su esposo al que tantas horas del día había dedicado, dejaría de existir repentinamente. Desde ese momento ya nada fue igual, ella tuvo que asumir el rol de padre y madre, ahora tenía que darse tiempo para llevar dinero a su hogar, ocuparse los quehaceres del hogar y de darle la mayor atención a sus hijos.

Que vida tan dura llevaba María, año tras años fue acabando su vida, les ofreció a sus hijos su juventud, sus mejores años, esperando algún día también ser atendida por ellos. Pero conforme fue pasando el tiempo sus hijos ya eran adolescentes, personas capaces de valerse por si solos y ayudar a María. Lastima que inconscientemente ella había maleducado a sus hijos con todo tipo de engreimientos. ¡Pobre María!

María sin querer, había creado su propio calvario, su propia prisión. Sus hijos ya no la veían como una madre, sino como una esclava, su madre ahora les servía, su madre ahora no era nada. Pobre María, pobre su vida.
La pobreza fue aumentando para ella y sus hijos, ya que solo ella mantenía al hogar , sus hijos se habían convertido en parásitos, en seres destinados en absorber la vida de María día tras día, año tras año.
Al caer el día Maria llego exhausta por la larga y pesada jornada laboral que tenía que soportar, solo quería descansar, y así lo hizo. María calló en el lecho y nunca más volvió a levantarse. Ahora ella era una pesada carga para sus hijos, ellos que eran unos verdaderos inútiles. Tuvieron que decir el destino de su madre, de la persona que les dio todo. María fue abandonada en un asilo, en un lugar donde terminaría sus días, sola, sin nada, solo con sus recuerdos, con un cuerpo deteriorado pero con su alma en perfecto estado, ella había preparado su espíritu para el momento en que debía. Gracias María.

2 Comments:

Blogger Maldito Duende said...

Los hijos solemos ser injustos, pero no podemos escapar al destino que nos impone la injusticia de nuestros propios hijos.
SALUD

9:58 p. m.  
Blogger elogio_del_horizonte said...

BUFFFFF los pelos de punta,a medida que lo lia me entraba una pena.Pero muchas veces es verdad..
besos

2:09 a. m.  

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